Quiero contaros una cosa, hoy en el viaje de regreso a casa, entre en trance, iba en el autobús Mazarrón - Cartagena que tarda aproximadamente 1 hora y 15 minutos en hacer su recorrido, viendo los paisajes, viendo las playas de aguas cristalinas de la Azohía, viendo las playas donde había aun gente bañándose, claro esta que no son veraneantes, si no mas bien, gente que tiene casa allí e incluso vive todo el año.
Tengo que reconocer que viendo esas imágenes tan bonitas, agradezco que haya gente que aprecie el vivir cerca del mar, que le guste salir a tumbarse a la playa y tomar el sol, mientras de fondo escucha la bruma del mar, que la brisa acaricie su piel y le de ese color tan bonito, lo que mas me gustaba antes, cuando tenia un vehículo propio, era poder hacer cosas sin depender de nadie, irme a la playa y ponerme a leer.
Fijaros la magnitud de la tontería, irse a la playa a leer!!, lo se, no ando muy bien, pero estaba yo y lo que me rodeaba, tranquilidad, sensación de bienestar, cosas que no tienen precio.
Os cuento todo esto porque el otro día escuche una conversación muy amena, era una mujer de Madrid que hablaba con una mujer de Mazarrón, la madrileña argumentaba que le gustaría poder vivir cerca del mar, con lo precioso y bonito que es, y la mazarronera dijo tan ancha, que ella no había pisado la playa en todo el verano, que no le gustaba llenarse de arena, me indigno ver como por desgracia muchas veces tenemos ante nuestros ojos, cosas maravillosas y por el echo de estar ahí, le quitamos la importancia que tienen.
CONSEJO DE LA SEMANA: Los detalles mas insignificantes, si les das un toque, pueden convertirse en maravillas para ti.
Fotos de la Manga, ya que por desgracia no pude hacer ninguna foto de la Azohía.
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